En la actualidad, se observa una creciente difusión en el empleo de la psilocibina tanto en el ámbito de la salud mental como en la sociedad en general. Esta difusión se manifiesta a través de diversos medios, como documentales, videos en YouTube y la divulgación en medios especializados, lo que ha contribuido a la expansión de este fenómeno, que se esparce por la sociedad como las esporas de los hongos en el viento. En mi práctica diaria como psiquiatra y terapeuta, he tenido la oportunidad de observar de cerca la naturaleza de este fenómeno y reflexionar sobre él. Es crucial reconocer que la elección entre el uso de psicofármacos y psilocibina depende del contexto, la situación y las problemáticas individuales.
Es importante destacar que, como todo fenómeno de rápida difusión, existe el riesgo de malentendidos o de sobredimensionar los efectos y alcances de la microdosis de psilocibina. Hasta la fecha, no existen estudios científicos que respalden plenamente su eficacia. No obstante, tanto por observaciones personales en la auto experimentación como por experiencias en la consulta, parece ser una herramienta con potencial como coadyuvante en procesos terapéuticos, así como para el fomento de la creatividad y prácticas psico-espirituales.
No se pretende afirmar que los psicofármacos sean superiores o inferiores a las microdosis de psilocibina. La finalidad de cada sustancia es diferente . Los psicofármacos apuntan a reducir los síntomas y que podamos continuar con nuestra vida . Desde mi experiencia, los psicofármacos pueden ser de gran utilidad en momentos críticos de la vida de las personas, cuando la urgencia es apremiante o el malestar psíquico y emocional es agudo. En situaciones de extrema fragilidad, tanto psicológica como material, y en condiciones de vida difíciles, a menudo se necesita una respuesta rápida para adaptarse a las circunstancias. Ya la depresión es un cuadro muy duro e invalidante. Si a esto le sumamos que la persona por ejemplo es cabeza de familia y necesita trabajar o es madre y debe cuidar a sus hijos,obviamente la gravedad de dicha situación aumenta . En muchos casos, el tiempo para una autoexploración profunda es limitado, y es preferible aliviar el dolor para poder seguir adelante.
Sin embargo, es importante reconocer que el dolor psicológico puede ser una señal de alarma que indica la necesidad de un cambio en nuestras vidas. Este cambio puede manifestarse en diferentes áreas, como el trabajo, las relaciones personales o lo que es más fundamental en la forma en que percibimos el mundo . La terapia psicológica debería tener como objetivo comprender los síntomas como indicadores de una necesidad de transformación personal hacia una mayor plenitud existencial.
En este sentido, las microdosis de psilocibina pueden jugar un papel significativo al aumentar la percepción del «aquí y ahora», lo cual puede servir como base para una observación más profunda de uno mismo. Es crucial destacar que este aumento en la sensibilidad puede, en algunas ocasiones, exacerbar los síntomas preexistentes. Sin embargo, si se integra adecuadamente en un proceso terapéutico, este material puede brindar valiosos aprendizajes.
El desafío radica en la necesidad de un acompañamiento adecuado durante este proceso. Aunque describo una faceta de los efectos, es importante reconocer que muchos de los procesos ocurren a nivel subconsciente, lo cual los hace más sutiles y difíciles de comprender y describir. La falta de una guía adecuada o abordar el proceso de manera superficial, esperando resultados instantáneos, puede llevar a una mayor confusión o incluso a un empeoramiento de los síntomas. El aumento de la conciencia sobre estos procesos es delicado y, si no se maneja correctamente, puede tener consecuencias negativas.
Por consiguiente, es fundamental cuestionarse el propósito, la idoneidad del momento y los recursos disponibles de cada individuo antes de iniciar un proceso de acompañamiento con psilocibina. Esta consideración meticulosa es esencial para garantizar que los beneficios potenciales de esta sustancia se maximicen y que los riesgos se minimicen.
En última instancia, la elección entre psicofármacos y psilocibina debería basarse en las circunstancias individuales de cada persona, reconociendo que cada opción puede ser adecuada en diferentes contextos y que ninguna excluye a la otra.
Dr.Mariano Rey Fernandez
Medico Psiquiatra.
